La brisa suave del verano de Southampton me acariciaba el rostro mientras contemplaba desde lo alto de la torre, la magnitud de aquel transatlantico de la Royal Caribbean. Que cantidad de sueños cumplidos y aventuras por realizar estaban sucediendo en aquella ciudad flotante, mientras yo soñaba todavía despierta con encontrar mi lugar.
Baje las escaleras en forma de caracol y me precipité en un sin fin de pensamientos negativos y aterradores. Sacudí mi cabeza intentado espantarlos, y aunque conseguí que la mayoría se ocultasen entre las sombras de mi mente, el pensamiento más aterrador seguia ahi: "no encontrar trabajo, no poder continuar luchando, no poder seguir adelante, tener que tomar decisiones que pueden provocar división de opiniones entre el y yo... y él... apoyarle para que no se desanime, sonreir para que la montaña no se derrumbe, continuar.
Como adivinando mis pensamientos me acaricio la mejilla y me preguntó si estaba bien. Sonreí y le dije: ¡Vamos a ver el barco!
Fue un paseo hermoso atraves de las ruinas de la muralla que todavía se conserva de la época medieval. "Estaré sin trabajo" pensé, "pero al menos estamos juntos y disfrutamos de los pequeños regalos que nos esta dando la vida". Queria continuar luchando por este sueño que no termina de hacerse realidad y aunque a veces las fuerzas nos fallaban, nos queremos.
Conforme nos acercabamos al puerto el gigante cobraba vida... una leve columna de humo salia de sus chimeneas y un montón de gente corriendo de un lado a otro con maletas hablaban emocionados y nerviosos de lo maravilloso que seria su viaje. Que dicha más grande poder disfrutar de su alegría.
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Marta
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