LA CAJITA
Y se preguntaba, día tras día, ¿Dónde podría
encontrarla?
Miraba debajo de la cama y sólo encontraba monstruos
de polvo danzarines.
Miraba en los bolsillos de la ropa y sólo encontraba
pelusilla y se preguntaba ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?
Pero al igual que yo, que escribo esta historia,
sabía a donde quería llegar, pero no sabia como llegar hasta allí.
Un día, mirando de nuevo debajo de la cama, el polvo
danzarín escondía debajo de sus faldas un llavero de su infancia. Se llevo tal
alegría que al mirarse al espejo observó el dibujo que sus labios dibujaban en
su rostro y descubrió que la cajita de su interior se lleno, aunque al cabo de
un rato empezó a vaciarse.
Buscaba y buscaba, un día tras otro, en el armario,
en la alacena de la cocina, en la casita del perro, pero al parecer, el
buscarla no le garantizaba el encontrarla y mucho menos que se mantuviese
llena.
Un día, de camino a ninguna parte observó a dos
pequeños gorriones realizar una hermosa danza y la cajita se volvió a llenar.
Y así, día tras día, en su búsqueda continua,
aprendió que la cajita se llenaba de felicidad con pequeños detalles sin
importancia y que para volver a llenarla sólo tenia que seguir buscando sin
buscar nada, pues la felicidad se encontraba en cualquier rincón de su
interior.
MARTASKY
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