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jueves, 15 de junio de 2017

Invasión

Salieron  esa noche de camino a su trabajo, dejando a los pequeños en casa. Era una noche calurosa de verano que amenazaba tormenta.

Entraron a oscuras como siempre a su departamento y comenzaron su jornada laboral. No podía imaginarse que al cabo de unas horas una luz se encendería y ocurriría la catástrofe.

En la lejanía, el sonido de un trueno dio el pistoletazo de salida a la lluvia torrencial de principio del verano.

Cu, de apellido Caracha, se encontraba haciendo la ronda junto a la puerta del cuarto de baño, podía escuchar las gotas de lluvia golpeando los cristales de la ventana cuando una luz se encendió y una ser humana se le quedó mirando con cara de asco y empezó a dar pequeños saltitos de angustia.

Cu intentó escabullirse por la rendija de la puerta pero el sonido seco del aire cortándose al movimiento véloz de la zapatilla le paralizó y un segundo después su vida se apagó.

Mientras tanto, al otro lado de la estancia un compañero de Cu presenciaba todo lo ocurrido y procedía a dar la voz de alarma. Comenzaron a realizar la evacuación sin ser vistas a través de las grietas y pequeños agujeros de la pared.

Esa misma noche, esperaron a que los humanos durmiesen y buscaron los restos de Cu en balde...

No había nada que hacer, a partir de ahora tendrían que ser cuidadosas y no dejarse ver. Decidieron organizarse para establecer un nuevo horario laboral ahora que su departamento había sido invadido por humanos. Saldrían más tarde y sólo al estar seguras de que no merodeaban cerca sus mortales enemigos. Decidieron dejar dos días de margen para que la humana pensase que Cu era la única que había en el departamento y así poder volver a trabajar,  y tras esos dos días comenzar la jornada laboral tomando todas las precauciones que estipulaban los estatutos, pero desaparecieron tres miembros más de la colonia.

La humana era lista y sigilosa, se movía en la oscuridad y encendía la luz en el momento oportuno para poder darles caza...

La comunidad estaba asustada, la humana había dejado huerfanos y viudas a una cantidad considerable de miembros de la colonia y ya nadie se atrevía a salir.

Tras dejar cuatro días de margen para guardar luto y cambiar de estrategia decidieron salir poco a poco y cada vez más tarde, asegurandose antes de que los humanos ya se habían ido a dormir.

Una noche húmeda, un miembro joven de la colonia llamado Cutia, decidió aventurarse a inspeccionar el cuarto de baño.Antes de salir por la rendija del lavabo, prestó atención a los sonidos que escuchaba a cerca. La puerta estaba cerrada y la humana estaba viendo la televisión. No escuchaba la voz del humano, por lo que supuso que no estaría. Salió disparada y bajó por el pie del lavabo y se metió en una cajita húmeda que tenía algo delicioso en su interior. Sorprendida y entusiasmada, decidió salir despacio y observando bien el terreno en busca de algún peligro que le impidiese volver a la colonia a comunicar su descubrimiento. Cuando comprobó que el terreno parecía seguro, subió corriendo por la columna del lavamanos y desde la cumbre observó la cajita que contenía comida, su tesoro. De pronto, la luz del baño se encendió y se abrió la puerta. Un humano alto se le quedó mirando y exclamó: oh oh, CARIÑO!!

Al otro lado de la puerta Cutia pudo escuchar a la vil humana exclamar: ¿otra? ¡mátala!

Cutia salió corriendo hacia el desagüe y escuchó el golpe seco de la zapatilla tras de si. Sintió el golpe, pero siguió corriendo hacia el desagüe, se coló y escuchó al humano maldecir. Cogió aire con su traquea y volvió a soltarlo. Se frotó las antenas y aliviada, salió como un rayo directa a la colonia a través de las alcantarillas.

Una vez  en la colonia, vislumbró que la mayoría de sus compañeras estaban inquietas y asustadas. Se apresuró y fue directa al puesto de mando donde se encontraba Blattodea, el jefe al mando después de la muerte de Cu. Blattodea era grande, de un color oscuro y tan fuerte que parecía imposible de romper.

"He sobrevivido a un golpe de zapatilla" relató orgullosa Cutia. "Además, he encontrado una caja con alimento en la que podemos escondernos mientras comemos, Blattodea"

Blattodea se acercó a Cutia y le felicitó por su suerte y enseguida se percató de que tenía un ala doblada. La envió de inmediato a la sala de recuperación donde se encontraban también algunas compañeras que se habían puesto enfermas tras los días de inspecciones por el departamento.

Cutia se acomodó juntó a sus compañeras y observó el panorama. Varias estaban patas arriba, con las patas tiesas y algunas con un ligero tic. Los nidos que había sido vigilados, estaban podridos y no había rastro alguno de vida en su interior.

¿Que estaba pasando? ¿Por qué estaban muriendo? Cutia comenzó a convulsionar mientras buscaba con la mirada a Blattodea. Sus miradas se cruzaros y se cogieron de las patas. Cutia sentía como se alejaba más y más de su cuerpo...

...

Mientras tanto, en el piso, el ser humano le preguntaba a la ser humana.

"Cariño, ¿que son estas cajas negras que hay en el suelo de la despensa, el baño y la cocina?"

La mujer puso cara de lástima y contestó:

"Es lo único que se me ocurrió para ahuyentar a las cucarachas de casa. Son trampas con veneno que las mata a ellas y a sus huevos en los nidos."

Martasky


domingo, 11 de junio de 2017

Invierno inusual (30/12/2016)

La luz del sol entraba por la ventana y acariciaba su piel. A lo lejos unas ramas bailaban con el viento mientras un brisa extrañamente cálida se colaba por la ventana.
Nunca le había gustado el invierno. Era triste, frío y melancólico. Este año estaba siendo muy diferente, era casi primaveral. Algunos arboles empezaban ya a florecer y la luz atípica iluminaba el ambiente.

Se respiraba un algo diferente. ¿Qué podía ser?

Se incorporó en la cama dejando que ahora el sol alcanzase su rostro y por la ventana pudo ver a un ser que trepaba con esfuerzo las ramitas del árbol que estaba justo enfrente.

Parpadeo dos veces y se acerco corriendo a la ventana. ¿Que era eso? ¿Un duende? ¿una hada?
Volvió a parpadear por si su vista le estaba jugando una broma, pero alli seguía intentando cogerse a una ramita mientras desenganchaba su ropa raída que había sido atrapada por una astilla.

Salió corriendo de la habitación y bajo las escaleras para salir al jardín.

Oh! Era un ser mágico y semi transparente pero parecía debil y cansado.

¿Necesitas ayuda?-preguntó.

El ser se asusto y llevo una de sus pequeñas garras al pecho donde se podía apreciar como se movía a gran velocidad. Por una fracción de segundo se miraron y el ser intentó desaparecer… lo intentó porque chasqueo los dedos repetidas veces y nada ocurrió.

Resignado al verse débil y descubierto, entonó unas palabras con una voz chillona que hacía sangrar los oídos.

“Soy el espíritu de la Navidad. He llegado hasta aquí arrastrandome y sólo pido que me ayudes a llegar hasta la punta más alta de este árbol para poder morir en paz.”

¿Morir?- se extraño- ¿Por qué quieres morir?

“No seas ingenua, tu y yo sabemos que por este año ya se acabó. Mi tiempo se agota y sino me ayudas quedaré aquí atrapado y no podré volver el año que viene”

Pero si mueres ¿como vas a volver?- preguntó la chica con los ojos como platos y aterrada ante la idea de ayudarle a morir.

“¿Acaso no vuelvo todas las navidades?” – preguntó el duendecillo.

Pero ¿cómo? Si mueres, ¿cómo puedes volver todos los años? – quiso saber ella cada vez más intrigada.

El duendecillo puso los ojos en blanco, como si aquella conversación la hubiese repetido ya un millón de veces y acto seguido gritó:

“¡MAGIA NIÑA!”

¿Magia?

“Si, magia. Es la magia de la Navidad. Cada año cuando se acercan estas fechas renazco de entre las risas, los corazones vibrantes de ilusión y la esperanza de conseguir que tus más profundos sueños se hagan realidad el próximo año. Cuando acaba la Navidad muero, al igual que todos los buenos propósitos.”

No podía ser, no podía creer que muriese así, sin más.

No es posible- dijo ella atemorizada. Yo no deseo que mueras. Si es verdad lo que dices y estas aquí por todo eso que las personas sentimos durante estas fechas, yo no quiero que mueras. Quiero que vivas y traigas contigo todos los días esos bellos sentimientos, que esas esperanzas de cumplir sueños se hagan realidad, que mi corazón vibre cada día de ilusión y emoción y que cada año al llegar estas fechas, seas todavía más significativo, más real y que cobre más sentido todo lo que en esta vida queremos, que es vivirla y sentirla con todo nuestro corazón.

La ropa del duendecillo cambió de repente. Su atuendo andrajoso se tornó en un trajecito brillante, pulcro y sin ningún hilo fuera de su sitio. Su mirada triste y dura se volvió brillante y llena de vida aunque aun se podía observar en ella un asomo de nostalgia.

“Oh, niña. Ojalá todo pudiese ser así. Yo formo parte de ti y es solo tuyo el trabajo de mantenerme con vida todo el año. Yo no soy más que un producto de tu alma y que asoma la cabecita cada invierno para recordarte todo aquello que quieres y deseas cumplir.”

Con un salto digno de un gran felino, trepó a lo más alto del árbol y junto a un chasquido de dedos desapareció.

Con un respingo parpadeo un par de veces. Estaba de nuevo en la habitación, tumbada en la cama. Fuera estaba nublado, pero un rayo de sol se abría paso entre las nubes e iluminaba aquel árbol solitario del jardín.

Sonrió… Solo faltaban unas horas para que el año llegase a su fin. Un fin que abría la puerta a un nuevo comienzo. Ahora sabía lo que tenía que hacer. Mantener vivo ese espíritu y que así cada año en lugar de tener un fin, fuese siempre una continuación de la lucha día a día por cumplir y ver florecer cada uno de sus sueños.

Gracias invierno inusual.
Martasky